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2012-02-03

FILOSOFÍA MODERNA Y KANT


Renacimiento y revolución científica

El Renacimiento fue un movimiento artístico y cultural que proponía retomar los valores de la cultura greco-romana. Nació en Italia, en el siglo XIV, y se extendió a toda Europa durante los siglos XV-XVI.

Características generales
— El objetivo de los renacentistas consiste en alcanzar el nivel del arte clásico greco-romano. Intentan volver a la medida del ser humano: el renacentista conoce a los clásicos, el progreso de la técnica y los grandes avances científicos, y se siente centro del universo (antropocentrismo).
— El pensamiento renacentista defiende una visión unitaria del universo, el pensamiento y el arte. Todo lo que ocurre en el universo puede ser razonado, puesto que el mundo es racional.
— Surge una nueva visión del mundo, el heliocentrismo, que arrincona al geocentrismo,
— El mecenas se convierte en impulsor del arte y la cultura renacentistas. Desaparece el artista anónimo y nace la figura del genio con nombres y apellidos.
— Aunque dotado de un carácter secular, el Renacimiento no abandona a la religión cristiana y la incluye en su visión del mundo.
— El descubrimiento de la imprenta (Gutenberg, 1440) favorece la democratización de la cultura. Se impulsa el uso de las lenguas vernáculas y se empieza a publicar en dichas lenguas.
— Se defiende la autonomía de la razón en el ámbito del pensamiento, lo cual favorece la libertad de pensamiento. La autonomía de la razón favorece el nacimiento del humanismo. El ser humano se convierte en tema de reflexión principal, y renacen las ideas y principios de la antigüedad.

Antropocentrismo
El ser humano de la Edad Media aceptaba sumisamente el orden del cosmos como creación divina, y Dios era el centro del universo (teocentrismo). En el Renacimiento, sin embargo, el ser humano es el núcleo del universo y dueño de su destino, y únicamente acepta las leyes de la naturaleza (antropomorfismo). El individuo es la referencia fundamental.
El pensamiento renacentista valora todo aquello que procede de la condición humana. Por un lado, existe una confianza plena en la razón, y ese es el criterio principal a la hora de pensar y adoptar decisiones (autonomía de la razón y rechazo de los criterios de tradición y autoridad). Por otro, se ensalzan los sentido y los instintos, relegando a menudo a un segundo plano la razón y la moral de la época anterior.

Revolución científica
El nacimiento de la filosofía moderna está estrechamente ligado al triunfo de la ciencia moderna. Las universidades, controladas por protestantes y católicos, obstaculizaban el libre pensamiento y eran incapaces de crear nuevas corrientes científicas o filosóficas, labor que fue asumida por las academias.

a) Heliocentrismo. La Iglesia defendía el geocentrismo, de acuerdo a las tesis de Aristóteles y Ptolomeo. Copérnico, sin embargo, demostró que el Sol se sitúa en el centro del universo y proclamó la teoría del heliocentrismo (1453).

b) Medida del universo. La Iglesia, siguiendo la doctrina de Aristóteles, proclamaba que el universo era finito. Para Giordano Bruno, sin embargo, el universo era infinito y carecía de núcleo, y defendía la existencia de vida en numerosos astros. 

c) Leyes de la naturaleza. Aristóteles creía que no se puede analizar la física mediante las matemáticas, puesto que los objetos físicos de la naturaleza y del universo son variables, a diferencia de los números matemáticos, que son invariables. Kepler utiliza las leyes matemáticas para explicar los movimientos planetarios (1609). Galileo descubre la ley matemática del péndulo y la ley de la inercia (caída de los cuerpos y trayectoria de los proyectiles), y llega a la conclusión de que el movimiento no necesita ningún impulsor continuo (Dios). 
El universo, por tanto, es como una máquina que funciona por si misma sin la ayuda de Dios. Descartes se muestra favorable a las teorías de Galileo y crea la denominada Geometría Analítica. Según nos dice en su Discurso del método, Dios crea el universo y lo dota de unas leyes para que evolucione por sí mismo. Estas y otras afirmaciones de Descartes serán condenadas por las universidades de Levden y Utrecht.
Los descubrimientos de esta época son fruto de la razón que rechaza el criterio de autoridad. En el ámbito científico, ya no hace falta recurrir a las explicaciones de Aristóteles, de la Biblia o (le otros pensadores de la Antigüedad para explicar el universo, y el modelo matemático constituye la base del saber científico y filosófico. 
Descartes intenta construir una nueva filosofía, una filosofía absoluta basada en parámetros matemáticos, clara, diáfana y cierta, capaz de convencer al mayor de los escépticos. El principio de esta nueva filosofía se sitúa en la razón, y Descartes, mediante el racionalismo, establece el punto de partida de la filosofía moderna.

Absolutismo
Tres  son las causas principales para su consolidación: el carisma de los monarcas, el cansancio producido por las guerras político-religiosas, y el apoyo de la burguesía. Sin duda alguna, las disputas religiosas resultan determinantes en el nacimiento de los Estados absolutistas europeos. La Paz de Augsburgo (1555), concede al monarca la facultad de elegir la religión de sus súbditos, y éste amplía su autoridad hasta aglutinar al poder legislativo, ejecutivo y judicial.
El pensamiento absolutista sacraliza el despotismo y la servidumbre como principios básicos de la conducta humana, y esa conducta se extiende a todos los ámbitos de la sociedad: familiar, laboral, político, etc. El monarca dispone del poder absoluto por encima de sus súbditos, ajeno a todo tipo de control o intervención exterior. Todo ello, de algún modo, influye en Descartes, que también trata de crear un saber, una filosofía absoluta, dotada de valor universal que pueda ser asumida por todo el mundo.

Decadencia de la iglesia y Contrarreforma
La Iglesia católica sufre en esta época una pérdida paulatina de poder debido a la Reforma impulsada por Lutero en el siglo XVI, al poder cada vez mayor de los monarcas y al desarrollo de la burguesía como clase social dominante y  a la confrontación de la nueva ciencia con la cosmología de la Iglesia.
Lo cual hizo necesaria la renovación de la Iglesia: La Contrarreforma,  reforma interna de la Iglesia católica. Proceso llevado por  el Concilio de Trento, el nacimiento de la Compañía de Jesús y la reforma carmelita.


Racionalismo: características generales

Durante el siglo XVII prevalecen dos sistemas filosóficos enfrentados entre sí: racionalismo y empirismo. Para el racionalismo la razón es fuente de conocimiento y las ideas innatas se hallan en ella; el empirismo, sin embargo, reconoce a la experiencia como fuente de conocimiento. Ambos sistemas filosóficos, contrarios el uno al otro, coinciden sin embargo en los principios siguientes:

— El sujeto es núcleo y objetivo de todas las acciones, y es él el que establece la veracidad o falsedad de todo hecho o afirmación.
̣— Los dos sistemas parten del análisis del conocimiento vigente hasta entonces; y a partir de ahí tratan de afirmar su certeza.

Descartes es el creador del racionalismo moderno y para él la razón es la fuente principal del conocimiento. El racionalismo, en ese sentido, podría definirse como la autosuficiencia de la razón como fuente de conocimiento.
Para lograr el conocimiento, la razón rechaza todo criterio que intente situarse por encima de ella: no admite ni tradición, ni fe, ni autoridad. Corresponde únicamente a la razón juzgar qué es o qué no es verdad. Según el racionalismo, los conocimientos verdaderos y valiosos sobre la realidad nacen de la razón y del entendimiento; puesto que son innatos, se hallan en el entendimiento desde el mismo momento en que nacemos (los conocimientos empíricos, sin embargo, derivan de la experiencia sensible). La experiencia ofrece a la razón únicamente probabilidad; el entendimiento, por medio de la reflexión racional, percibe la verdad en sí misma.

Cuatro son las características principales del racionalismo:
Confianza en la razón. La razón es la fuente principal de conocimiento y la única que puede crear conocimientos válidos. En la razón se hallan las ideas innatas, aquellas que no derivan de la experiencia.
Subestimación del conocimiento sensible. A menudo los sentidos nos engañan y nos llevan a cometer errores, y el conocimiento sensible no puede ser universal, puesto que no es posible experimentar todos los casos pertenecientes a un mismo conjunto (inducción total).
Indispensabilidad de la ciencia universal y necesaria. Los juicios científicos deben ser útiles en todos los casos (universalidad) y deben serlo necesariamente. Las ciencias matemáticas, al estar constituidas a priori, se conforman de juicios que reúnen dichas características, y la ciencia que no posee tales rasgos no puede ser útil.
Racionalidad del mundo. Todo acontecimiento del universo tiene una justificación, una causa, puesto que nada ocurre por casualidad. Pero, y aquí radica precisamente la contribución del racionalismo, dicha causa es una característica para la razón, y puede conocerla por sí misma.

Descartes, filosofo racionalista



Empirismo: caracteristicas generales

El empirismo es la doctrina filosófica que se desarrolla particularmente en Inglaterra durante los siglos XVII-XVIII. Locke, Berkeley y Hume son sus máximos representantes.
Tres son los rasgos principales del empirismo:
La experiencia es la fuente del conocimiento. La mente humana es una tabula rasa que hay que ir llenando con los contenidos de la experiencia, y por ello el empirismo niega la existencia de las ideas innatas a las que se refiere el racionalismo.
La experiencia es el límite del conocimiento humano. Cuando vamos más allá de la experiencia entramos en el ámbito de lo que es probable o dudoso. Todo conocimiento es conocimiento de las ideas. Conocemos las ideas y no las cosas. En este punto coinciden el empirismo y el racionalismo.
La razón es razón crítica (analiza sus límites y posibilidades), y los contenidos metafísicos son incognoscibles, ya que se sitúan fuera de los límites de la razón.

El empirismo, desde Locke hasta Hume
John Locke (1632—1104)
Para Locke, considerado fundador del empirismo, todo el conocimiento se basa en la experiencia y deriva de ella. Todas las ideas, incluidas las más abstractas, son elaboradas por nuestra mente conforme a los datos de la experiencia sensible. La palabra idea tiene distintos significados para Locke: a) datos sensibles, b) conceptos universales. Todo aquello que conocemos o percibimos es idea para Locke, desde las sensaciones hasta las nociones más abstractas. No conocemos la realidad que está fuera de las ideas, y nuestras ideas son representaciones de esa realidad exterior. Locke distingue entre las ideas simples y las ideas complejas.
Ideas simples. Algunas ideas simples llegan a nuestra mente directamente de las sensaciones; otras, sin embargo, de la reflexión. Las ideas que recibimos de las sensaciones son de dos tipos: las que proceden de un único sentido (color, olor, forma...) y las que proceden de diversos sentidos. Todas estas ideas, incluidas las que derivan de la reflexión, son recibidas por la mente, no son creadas por ella.
Ideas complejas. La mente elabora ideas complejas a partir de la combinación de ideas simples. Según Locke, las ideas complejas pueden ser de tres clases: ideas de sustancia, de modo y de relaciones.
Ideas de sustancia. Son ideas complejas formadas por diversas ideas simples. Tomemos por ejemplo una manzana. De ella percibimos un olor, un color, una textura, una forma... Esos rasgos son rasgos de la manzana, pero no son la manzana en sí, de tal modo que necesitamos un substrato o esencia para describirlos.
Por último, cabe decir que las ideas son representaciones de la realidad exterior a nuestra mente, aunque no conocemos el mundo exterior.

George Berkeley (1685—1753)
Berkeley se interpela a sí mismo: ¿Cómo podemos estar seguros de la existencia del mundo exterior? Si no conocemos ese mundo, ¿cómo podemos afirmar que las ideas son sus representaciones? Berkeley señala la incoherencia de la teoría de Locke: para poder decir que las ideas son representaciones del mundo exterior, deberíamos conocer tanto las ideas como esa realidad exterior.
Berkeley intenta resolver el problema planteado por Locke: cuando percibimos las ideas, no percibimos las imágenes de las cosas sensibles, sino las propias cosas sensibles. Por consiguiente, la teoría de la representación de Locke es incompatible con la filosofía de Berkeley. Los objetos sensibles carecen totalmente de existencia absoluta. No son entes sensibles y no tienen ser, a no ser que sean percibidos. En la medida en que son percibidos, son.
¿Qué quiero decir cuando digo que algo existe? Que lo veo, lo toco.., o que lo puedo ver, lo puedo tocar... Es decir, que ha sido o puede ser percibido.
Si los seres sensibles son ideas, únicamente pueden serlo en una mente que los contenga: en la mente de los espíritus. Por tanto, los espíritus son las únicas sustancias y su ser consiste en ser percibidos. El pensamiento no crea nuestras ideas, puesto que la mente las recibe de Dios, porque Él (Dios) es la causa de las ideas.

David Hume (1711—1776)
Al igual que Locke, Hume también sitúa en la experiencia el origen de todos los contenidos de la mente, aunque difieren en el significado de las palabras. Hume utiliza el término percepción para referirse a todo contenido de la mente. Las percepciones pueden dividirse en dos categorías:
Impresiones. Son los datos captados por la experiencia, percepciones sensibles por medio de los sentidos.
Ideas. Son las copias o imágenes débiles que dejan las impresiones en nuestra mente o imaginación. Podemos ver un caballo o podemos cerrar los ojos e imaginarlo en la mente; en ambos casos percibimos el caballo, aunque existe una diferencia sustancial: la impresión del caballo es mucho más fuerte y viva que la idea que tenemos de él en la mente. Las ideas derivan de las impresiones y, por tanto, todo nuestro conocimiento, según Hume, deriva de los datos inmediatos de la experiencia.
Hume, al igual que Locke, afirma que tanto las ideas como las impresiones pueden ser simples o complejas. La sustancia, en ese sentido, no es más que la denominación que otorgamos a un conjunto de cualidades para poder recordarlo, y no tiene ninguna correspondencia en el mundo real, o al menos, no tenemos razón alguna para pensar que eso sea así.



El idealismo trascendental de Kant

1.- Datos biográficos
Inmanuel Kant nace en Königsberg (1724), en lo que entonces era Prusia oriental y actualmente Rusia. Muere en la misma ciudad (1804). Su vida sencilla, ordenada, metódica, carece de interés. Cuarto de once hermanos de una familia modesta, estudió en la Universidad de su ciudad matemáticas, física, teología y filosofía. A los treinta y un años consiguió un puesto de profesor en la misma, donde impartió materias tan diversas como lógica, metafísica, pedagogía, derecho natural, geografía, física... Permaneció en ella hasta su jubilación.
Educado por sus padres, a quienes profesaba gran admiración, en el rigor protestante de la secta pietista, mantuvo siempre sólidos valores morales. Sus ideales liberales le impulsaron a defender la independencia de los EE.UU. y la Revolución Francesa.
En su juventud estudió y estuvo influenciado por el racionalismo de Leibniz y la física de Newton, hasta que en 1762 la lectura del empirista Hume le hizo replantearse sus puntos de vista racionalistas. En sus propias palabras: “la lectura de Hume me hizo despertar de mi sueño dogmático”. Fue lo que le impulsó a someter a un examen crítico toda la filosofía.
Como hemos dicho, hasta 1770, bajo la influencia de Leibniz y Newton, escribe obras en las que trata de conciliar a ambos autores, como la Historia general de la Naturaleza y teoría del cielo. Es el llamado período precrítico.
Entre 1770-1790 desarrolla una nueva filosofía crítica. Tras leer a Hume trata de hallar una síntesis de racionalismo y empirismo. Escribe sus obras más representativas e influyentes, Crítica de la razón pura (1781, 1ª edición; 1787, 2ª), Crítica de la razón práctica, así como opúsculos entre los que se incluye el titulado Respuesta a la pregunta )qué es la Ilustración? (1784)
Desde 1790 hasta su muerte, en el llamado período postcrítico, resuelve problemas abiertos en el período anterior tratando de extender la crítica a cuestiones de arte, filosofía política y de la religión, en obras como Crítica del juicio, La paz perpetua, La religión dentro de los límites de la mera razón...

El Siglo XVIII es la época del Despotismo ilustrado, forma que adopta el Antiguo Régimen o Monarquía Absoluta. El poder reside totalmente en el monarca, señor de la nación. Su lema, “todo para el pueblo pero sin el pueblo”. Se apoya en una sociedad estamental donde una clase que no tiene ningún poder, la burguesía, adquiere cada vez mayor preponderancia. Su lucha contra la vieja sociedad se proyectará ideológicamente en lo que se conoce como Ilustración, con su ideal de igualdad, libertad y fraternidad que se convertirá en lema de la Revolución francesa, con la que se pone fin al Antiguo Régimen.
Son acontecimientos centrales, además de la Revolución Francesa, la independencia de EE.UU., primer país que se dota de una constitución escrita basada en los ideales de la filosofía de la Ilustración. Tiene lugar en 1776. El siglo termina con la revolución industrial, que comienza en Gran Bretaña con el descubrimiento de la máquina de vapor (James Wat).

En Prusia gobernarán durante la vida de Kant cuatro reyes, de los cuales los más interesantes por la incidencia que tuvieron en el pensamiento de Kant fueron Federico II (1740-1786), monarca ilustrado, amante de la literatura y la filosofía, protector y amigo de filósofos como Voltaire, y que convirtió a Prusia en la quinta potencia europea; y Federico Guillermo II, su sucesor (1786-1797), quien restaura la censura ideológica como consecuencia de los acontecimientos de la Revolución Francesa, y que se enfrentará a Kant por su libro La religión dentro de los límites de la razón (1794), cuyo contenido fue estimado como un atentado contra la religión cristiana y, por tanto, contra el poder civil. A raíz de este suceso a Kant se le prohibió enseñar.


2.- Características generales de la Ilustración 
El siglo XVIII es la época de la Ilustración, movimiento cultural que tiene unas características muy concretas:
Los pensadores se sienten llamados por una misión: iluminar a la sociedad, que está sumida en el oscurantismo, en la ignorancia, con la luz de la ciencia y el saber, que es fruto de la razón. Antes se había empleado muchas veces la metáfora de la luz. Pero la fuente de donde emergía esa luz era Dios o la divinidad. Era una metáfora tan platónica como cristiana. En contraste con esta tradición, la luz de la que hablan los ilustrados es la luz del propio esfuerzo y trabajo humano. Es el propio hombre quien, con su trabajo y la mejora permanente de su saber, proyecta luz a su alrededor. 
La razón es exaltada hasta divinizarse: se habla de la diosa razón. Se deposita una confianza absoluta en su capacidad para aportar saber y guiar la vida humana, tanto individual como social o colectiva. 

  • Es una razón crítica, que se alza contra los prejuicios, contra la tradición, contra cualquier autoridad externa. 
  • Es también una razón secularizadora, que somete a su dominio incluso a la religión, dando en ocasiones lugar a un movimiento antiteológico y antirreligioso. 
  • En resumen, se busca una razón autónoma, que conduzca a los hombres a salir de su minoría de edad, de su incapacidad para servirse de las facultades cognoscitivas y confiar en la razón sin imponer a esta otros límites que los que marque su propia naturaleza. Se pasa de un orden basado en Dios a un orden basado en el hombre. El hombre está solo y se siente responsable de sus obras. Conociendo sus capacidades, podría usarlas responsablemente, sin llevarlas más allá de sus límites.
El origen de este movimiento es Inglaterra, que aporta el modelo de una nueva ciencia, la física de Newton, así como un nuevo sistema de pensamiento político, el parlamentarismo y la división de poderes. En los últimos siglos, desde 1525, como consecuencia de las guerras religiosas, no era posible reconstruir en Europa una autoridad basada en la religión. Dado que la religión era motivo de separación y de guerra, había que buscar otros campos en los que se pudiera cooperar. Ese campo parecía ofrecerlo la ciencia que, con Newton, se presentaba como una construcción muy estable, aceptada por todos. Locke, en filosofía, muestra que ésta es fruto de la razón humana, que puede, a partir de la experiencia, elaborar complejos sistemas de ideas. 
La Ilustración se desarrolla en Francia, donde se caracteriza por su carácter progresista y el predominio del enciclopedismo con autores como Montesquieu, Voltaire, Rousseau. Culmina en Alemania, impulsada por monarcas como Federico II de Prusia, y cuyo máximo exponente es Kant.
Tanto la ciencia de Newton como la filosofía empirista ganan la suficiente aceptación en Europa como para convencer a las mejores naturalezas de que aquél era el camino para ordenar el mundo. Fueron como las dos palancas en las que el hombre del siglo XVIII encontró el punto de apoyo para creer en sí mismo.

3. - Kant y la Ilustración: Sapere aude
Sapere aude es una expresión del latín que se traduce como «atrévete a pensar». También suele interpretarse como ten el valor de usar tu propia razón. Su divulgación se debe a Kant, pues la utilizó en su artículo «Respuesta a la pregunta ¿Qué es la Ilustración?». 
En opinión de Kant, es la autonomía, la capacidad de adoptar decisiones personales lo que diferencia al ser humano de las demás criaturas. Actuar de forma autónoma, dejando atrás la minoría de edad, demuestra que el ser humano ha alcanzado la madurez, es decir, que el individuo se atreve a pensar por sí mismo, que posee criterios propios y que es independiente. Actuar de forma autónoma significa dejar de hacerlo según opiniones ajenas que uno no llega a interiorizar; significa abandonar la heteronomía.
Por otro lado, Kant piensa que la Ilustración, es la época en la que el ser humano debe dejar atrás su minoría de edad y comenzar a pensar por sí mismo.
He aquí lo que dice Kant en el artículo mencionado: «La Ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad. La incapacidad significa la imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la guía de otro. Esta incapacidad es culpable porque su causa no reside en la falta de inteligencia, sino de decisión y valor para servirse por sí mismo de ella, sin la tutela de otro. Sapere aude! ¡Ten el valor de servirte de tu propia razón!: he aquí el lema de la Ilustración».

4. - Kant y la Ilustración: Uso público y privado de la razón
Kant habla del uso público y privado de la razón en algunas de sus obras, como en Respuesta a la pregunta ¿Qué es la Ilustración? y en Historia de la filosofía.
Según la filosofía kantiana, el uso público de la razón implica una libertad total y sin límites, mientras que el uso privado puede tener limitaciones.
En palabras de Kant, el uso público de la razón se produce cuando alguien, en cuanto docto en una materia determinada, hace uso de su razón ante el gran público o ante el mundo de sus lectores. El uso privado de la razón es la utilización que uno hace de la misma en un determinado puesto civil o de la función pública.
Para aclarar esos conceptos, Kant utiliza tres ejemplos, el de un oficial de la armada, el de un ciudadano y de un sacerdote, que explicaremos brevemente:

  •      Un oficial de la armada tiene que obedecer siempre las órdenes de sus superiores (uso privado de la razón). Ahora bien, no se le puede prohibir que, en cuanto docto y entendido en la materia, argumente sobre el objetivo y el beneficio de esas órdenes, y realice cuantas observaciones pueda y quiera acerca de los defectos del servicio militar ante su público, para que sea ese último el que juzgue (uso público de la razón).
  •      Un ciudadano no se puede negar a pagar los impuestos que le son asignados (uso privado). Ahora bien, tal ciudadano no actúa en contra de su deber si, como docto, manifiesta públicamente su pensamiento sobre la inconveniencia o injusticia de tales impuestos (uso público de la razón).
  •      Un sacerdote debe cumplir las órdenes de la Iglesia a la que sirve, y debe catequizar a sus feligreses según la doctrina oficial de la Iglesia, puesto que ha sido admitido en la institución bajo esa condición (uso privado). Sin embargo, como docto, tiene plena libertad e, incluso, el deber de comunicar al público sus pensamientos acerca de los defectos de tal doctrina, así como de hacer propuestas para el mejoramiento de la institución eclesiástica.
En caso de no querer cumplir las normas o leyes, sólo les queda abandonar la armada, la sociedad o el sacerdocio. Según Kant, en el ámbito del uso privado de la razón no hay libertad. Hay que limitar el uso privado de la razón para proteger a las instituciones
A pesar de todo, la falta de libertad del uso privado de la razón no impide la Ilustración, siempre y cuando exista libertad para informar, pensar y expresar públicamente las ideas.

5.- Kant y la Ilustración: autonomía moral. Caesar non est supra gramaticos
Kant parte de la afirmación de que la moral es un hecho. Es un hecho que encontramos en nuestra conciencia la ley moral, que  “nos es dada como un hecho de la razón pura del que tenemos conciencia a priori, y que se nos presenta como indudablemente verdadera, que no puede demostrarse por ninguna deducción, pero que consta por sí misma”.
El problema que se plantea la Crítica de la Razón Práctica es: ¿Basta la razón pura por sí sola para determinar la voluntad, es decir, para fundamentar la ley moral y el deber? Si así fuera, estaríamos en un ámbito totalmente distinto al de la Naturaleza. En efecto, en la Naturaleza, mundo de los fenómenos regido por leyes necesarias, no hay lugar para el deber ser, sino únicamente para lo que es. Por este motivo, la Naturaleza sólo nos ofrece motivos y estímulos que nos impulsan al querer, pero no al deber.
Los principios que fundamentan la vida moral han de buscarse, consecuentemente, en la razón. Además, piensa Kant, esos principios han de ser objetivos, es decir, necesarios y universales, han de ser leyes que rijan el obrar ético. A este propósito Kant distingue dos tipos de principios prácticos:
·         Máximas: cuando valen sólo para un sujeto en particular. Tienen validez puramente subjetiva.
·         Leyes: se consideran objetivos, es decir, válidos para la voluntad de todo ser racional.
Supuesto esto, nos encontramos con dos tipos de morales:
La MORAL MATERIAL: Toda aquella que propone como fundamento del obrar moral la búsqueda de la felicidad, identificándola con la consecución de un objeto determinado. Es evidente, dice Kant, que tales principios no pueden ser universales, ya que no puede haber acuerdo acerca del objeto en que se pone la felicidad. En conclusión, estas morales son impotentes para determinar a la voluntad con un principio universal y necesario, es decir, con una ley moral válida para todo ser racional.
La MORAL FORMAL: Si el fundamento de la acción moral no puede encontrarse en los objetos o materia de la voluntad, habrá que buscarlo en la forma. Es decir, la ley moral no dice qué debe querer la voluntad, sino cómo debe querer. Y esto es lo que establece el llamado imperativo categórico: “Obra de tal manera que tu máxima pueda valer como ley universal moral e incluso de la Naturaleza. Por ejemplo, la máxima que permitiera la mentira no podría universalizarse. Kant ofrece, además de ésta, otras formulaciones del mismo: Obra de tal manera que la voluntad pueda considerarse a sí misma, mediante su máxima, como legisladora universal; o bien Obra de tal manera que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin y nunca como un medio.
La segunda de estas formulaciones es la fórmula de la autonomía de la voluntad. Significa que la voluntad debe ser libre. La libertad significa que la voluntad no está condicionada por ningún elemento exterior a la voluntad misma (deseos, placeres, Dios, la sabiduría...), sino por un imperativo o ley que ella se da a sí misma. La voluntad misma, y no ninguna autoridad externa, es su propia legisladora. Por eso, ley y libertad para Kant se identifican: ser libre es actuar sometido a la ley que la voluntad se da a sí misma: paradójicamente, voluntad libre y voluntad sometida a la ley coinciden.

El bien y el deber
La moral kantiana, sin embargo, no elimina el concepto de “bien”. Afirma únicamente que el fundamento de la ley moral no es el bien, sino, al contrario, es la ley la que determina lo que es bueno. Podemos decir que se da aquí un giro copernicano semejante al de la primera Crítica.
La voluntad debe actuar movida únicamente por el respeto a la ley. En esto consiste la virtud, la cual es merecedora de la felicidad. Es la virtud, unida a la felicidad, el “supremo bien del hombre”.

Los postulados de la razón práctica
Ni la virtud ni la felicidad están al alcance inmediato del ser humano: la buena voluntad no es la voluntad santa, que es privativa de Dios. El hombre es un ser limitado, movido por el respeto a la ley pero también por los deseos. Además, la relación entre virtud y felicidad no es automática, pues la virtud no es suficiente garantía para alcanzar la felicidad. De ahí que Kant afirme que el orden moral postula necesariamente:

·         La inmortalidad del alma como garantía de un progreso indefinido en la virtud.
·         La existencia de Dios como garantía de que virtud y felicidad han de coincidir finalmente.
·         La libertad, sin la cual no podemos hablar de responsabilidad ni de valor moral.

La razón práctica establece así verdades que la razón teórica no puede llegar a “conocer” sino únicamente a “pensar”. No hay aquí contradicción. La razón práctica no nos lleva al “conocimiento”, sino a una “fe racional”. La fe no es certeza de conocimiento. Por eso el esfuerzo moral tiene sentido. Los postulados no permiten decir “yo sé”, pero hacen razonable que podamos decir “yo quiero”: “El hombre honesto puede decir: quiero que exista un Dios, que mi existencia en este mundo sea una existencia en un mundo racional, y, finalmente, que mi duración sea infinita. Me adhiero firmemente a ello, y no me dejo arrebatar mi creencia”. (Crítica de la razón práctica)
Otros apuntes sobre esta cuestión
Postura contraria sería la de Nietzsche:



6.- Racionalismo y empirismo en Kant
Los filósofos anteriores a Kant se dividían en racionalistas y empiristas, y se diferenciaban por la epistemología (episteme = conocimiento, y logos = teoría; es decir, la teoría acerca del conocimiento): El racionalismo afirma que los conocimientos provienen del entendimiento, y que, por tanto, son espontáneos y no surgen de la experiencia. El empirismo, en cambio, afirma que todo conocimiento viene de la experiencia y que se adquiere gracias a datos demostrables, antes de cuya adquisición, el entendimiento es una tabula rasa o una especie de pizarra en blanco. Por tanto, todos los conocimientos se consiguen a posteriori.
La filosofía crítica de Kant tiene como uno de sus temas principales el de las posibilidades de conocer que tienen nuestras facultades cognoscitivas. Antes de pretender conocer la Realidad y el Hombre, como han venido haciendo los filósofos anteriores, hay que determinar si tal conocimiento está a nuestro alcance, si nuestras facultades de conocimiento, y particularmente la razón, nos permiten conocer acerca de cualquier tema.
A través de la historia del pensamiento, desde los griegos, se han ido dando muchas interpretaciones de la razón. Concretamente en su época, Kant observa un antagonismo en las interpretaciones de Racionalismo y Empirismo. El primero pretende que la razón sola, al margen de la experiencia, puede conocer la verdad; el Empirismo, por su parte, reduce todo el conocimiento a la experiencia y desemboca así en una postura escéptica, no sólo respecto de los grandes temas de la Metafísica, Dios, alma, mundo, sino también de la ciencia en el caso de Hume.

El pensamiento kantiano supera el racionalismo y el empirismo. Según el filósofo, todos nuestros conocimientos parten de la experiencia. En el tiempo, ninguno de ellos la precede, sino que comienzan con ella. Sin embargo, criticando también esa posición empirista, Kant añade que aunque es verdad que todos nuestros conocimientos comienzan con la experiencia, no todos proceden de ella.
De esa manera, mediante el criticismo, la filosofía kantiana supera el antagonismo de las posiciones racionales y empiristas, y asimila lo más positivo de cada una de ellas.
Por lo tanto, Kant sigue la tradición de Aristóteles cuando menciona que la ciencia ha de ser un conocimiento universal y necesario, y llega a la conclusión de que las tradiciones racionalistas y empiristas hacen imposible considerar la metafísica una ciencia.
Así pues, Kant, a favor del racionalismo, mantiene la convicción de que en la mente hay algunos contenidos que tienen carácter universal y que son anteriores a la experiencia. A favor del empirismo, en cambio, afirma que esos contenidos a priori hay que aplicarlos en la experiencia.
Este juicio crítico al que se someten nuestras facultades cognoscitivas, particularmente la razón, es necesario, además de por las razones filosóficas e históricas comentadas, porque en su época mucha gente vive de modo no ilustrado, de espaldas a la razón, en “minoría de edad”, es decir, oprimidos o “tutelados” por agentes externos a la razón misma (prejuicios, tradiciones, costumbres). Sometiendo a juicio crítico a la razón misma reconoceremos cuáles son sus posibilidades y sus límites internos, sin nada exterior que la comprima.
En definitiva, le falta a sus contemporáneos libertad, que sólo es proporcionada por el uso de la razón porque sólo esto permite a la gente alcanzar la “mayoría de edad”.
Esta crítica permite al hombre plantearse el sentido de su vida y preguntarse por los fines o intereses últimos, que, para Kant, se resumen en cuatro problemas principales:

1.       ¿Qué puedo conocer? A él responde su primera obra crítica, la Crítica de la Razón Pura.
2.       ¿Qué debo hacer? Es el problema de la moral, o, en palabras de Kant, de los principios y condiciones necesarios para que el ser humano pueda actuar con libertad. Se responde al mismo en la Crítica de la Razón Práctica.
3.       ¿Qué me cabe esperar? Problema del destino del hombre, y de las condicio­nes y posibilidades de su realización a través de la Historia. Responden al mismo la Religión y la Historia. La religión dentro de los límites de la razón, Respuesta a la pregunta ¿Qué es la Ilustración?, Esbozo de una Historia Universal desde el punto de vista burgués cosmopolita, La paz perpetua.
4.       ¿Qué es el Hombre? Pregunta que sintetiza las anteriores porque, en definitiva, de lo que se trata es de hacer una clarificación racional al servicio de una Humanidad más libre.


 7. – El criticismo de Kant: ¿Qué puedo conocer?, ¿Qué debo hacer?, ¿Qué me cabe esperar?
En opinión de Kant, toda filosofía es una acción especulativa cuyo objetivo es dar respuesta a esas cuestiones, más una cuarta,  ¿Qué es el ser humano?, síntesis de ellas.
La primera cuestión, a la que el filósofo alemán responde en las obras Crítica de la razón pura y Fundamentación de la metafísica de las costumbres, se puede relacionar con la naturaleza, la capacidad y las limitaciones del conocimiento.
La segunda corresponde a la actividad humana, al problema ético, y de ella trata en la Crítica de la razón práctica y la Fundamentación de la metafísica de las costumbres.
La tercera pregunta está relacionada con la cuestión religiosa, de la que se encarga en La religión dentro de los límites de la razón y, en menor medida, en Crítica de la capacidad de juzgar.
Por último, la cuarta cuestión trata sobre el ser humano. Antropología e Idea de una historia universal son, entre otras, obras en las que escribe sobre ese tema.

7.1 ¿Qué puedo conocer?
El objetivo principal es analizar y juzgar la razón, para observar si las interpretaciones antagónicas realizadas en torno a ella son posibles. Entre tales interpretaciones, se encuentran el dogmatismo racionalista, el positivismo (cuya última expresión es el escepticismo) y el irracionalismo (la hipervaloración del sentimiento). Frente a esas tres interpretaciones incompatibles de la razón, Kant estima indispensable analizar y juzgar la propia razón.
Dentro de ese análisis, la filosofía kantiana distingue tres facultades cognitivas: la sensibilidad, el entendimiento y la razón. La sensibilidad es pasiva, y no hace más que percibir impresiones. El entendimiento es activo, y crea, de forma espontánea, ideas o conceptos que no nacen de la experiencia, tales como sustancia, causa, necesidad, existencia, etc. Kant utiliza esos conceptos para conocer, ordenar y unificar los objetos de la experiencia, y, por supuesto, no se pueden aplicar a nada que quede fuera de la experiencia.
Esta teoría kantiana se diferencia del empirismo, puesto que según esa corriente, todos los conceptos adquiridos parten de la experiencia. Sin embargo, Kant opina que el entendimiento cuenta con ciertos conceptos que no proceden de la experiencia, aunque su única aplicación válida resida en ella. De todas maneras, esos conceptos espontáneos no se pueden aplicar a los contenidos metafísicos, puesto que, en ese caso, no existen datos comprobables sobre los mismos. En consecuencia, la metafísica no puede considerarse una ciencia.
La tercera facultad cognitiva es la razón, que, según Kant, posee tres ideas reguladoras: el alma, el mundo y Dios. La función de esas ideas es activar la razón. La idea de alma’ expresa el poder de la razón para conocer la experiencia interna, y la «idea de mundo» la posibilidad de conocer la experiencia externa, pero hay que tener en cuenta que nunca se podrán adquirir todos sus contenidos, y, precisamente, es la «idea de Dios» la que justifica esa imposibilidad, esas limitaciones de la razón.


7.2. ¿Qué debo hacer?
En sus obras Crítica a la razón práctica y Fundamentación de la metafísica de las costumbres, Kant plantea la cuestión ética, es decir, analiza qué debe hacer el ser humano y cómo debe encaminar su conducta. En opinión de Kant, la razón práctica consiste en la racionalidad humana, y no está dirigida a la especulación teórica, sino a la acción; es decir, a la conducta o el comportamiento.
Toda norma moral es una orden. Así, la filosofía kantiana hace una distinción entre la orden hipotética y la orden categórica. Las órdenes hipotéticas son aquellas que obligan a realizar una acción cori el fin de alcanzar un objetivo; por ejemplo, "para aprobar, debes estudiar". Según Kant, ese tipo de órdenes no sirven para fundamentar la ética; hacen falta órdenes categóricas, que contengan la formulación siguiente: «Actúa como si quisieras que la norma que impulsa tu acción se convirtiera en norma universal». Es decir, debo actuar de tal forma que mis acciones pudieran ser consideradas siempre y en todo momento modelos de actuación universalmente válidos.


7.3. ¿Qué puedo esperar?
Kant responde a esa pregunta mediante la religión, interpretándola desde el agnosticismo o la religión natural (deísmo). La obra principal en la que trata sobre ese tema es La religión dentro de los límites de la razón. En el tercer capítulo de su Crítica a la razón pura, es decir, en el apartado Dialéctica trascendental (analiza las tres ideas reguladoras —alma, mundo, Dios— de la razón, tercera facultad cognitiva), Kant afirma que la metafísica no se puede considerar una ciencia, pues no existen datos comprobables sobre sus contenidos. Por tanto, defiende la religión natural, en la que, cree, reside la solución a los conflictos interreligiosos de la época.
La religión adquiere categoría de salvación. Si actúo como debo, tendré derecho a que Dios me ofrezca la felicidad a cambio de mi virtud. La religión, según Kant, es racional, compatible con la ética; defiende la religión natural y no acepta la religión revelada.
La religión natural está conformada por las características principales de las tres religiones con mayor influencia en el mundo occidental. Tras analizar el cristianismo, Kant se da cuenta de que es posible convertirlo en una religión natural. Mediante ese análisis, lleva a cabo una interpretación racionalista del cristianismo, cuyas ideas principales son las siguientes:
— Naturaleza contradictoria del ser humano. Por un lado, el ser humano tiende a hacer el bien y cumple la ley moral. Por otro lado, también tiende a hacer el mal, y convierte el amor propio en criterio de valoración moral. La función del cristianismo es conseguir, mediante la pedagogía moral, que el ser humano deje de amar- se a sí mismo y cumpla las normas morales.
— Jesucristo, modelo de la moral del ser humano. La fe en Cristo induce al ser humano a cumplir la ley moral.
— La Iglesia, Estado ético. Kant opina que la Iglesia es el Estado ético, una república universal regida por la ley de la virtud (Kant fue educado en el pietismo).
La religión surge gracias al uso público de la razón y consiste en aceptar todas las obligaciones encomendadas por Dios, con el fin de alcanzar la felicidad algún día. La religión de la Ilustración, el deísmo, es una religión sin dogma, sin cultura y sin organización eclesiástica.